domingo, 5 de octubre de 2014

Ernesto del Río nos presenta Mazarredo, una de las zonas más atractivas de Bilbao

MAZARREDO DE LA MANO DE …
Ernesto del Río, Director, Guionista y Productor

«Fue un barrio poco valorado, hoy todo lo contrario»
El cineasta asegura que este céntrico enclave no es «impersonal», sino que mantiene «esa esencia de barrio»

Hacia el año 1980 éste era un barrio poco valorado, una zona en profunda depresión. Olvidada. La ría no existía, porque no podías acceder a ella. Estaba vedada. La ciudad se acababa en la calle Mazarredo», evoca Ernesto del Río, director del Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao (ZINEBI–que este año celebrará su 56 edición–además de guionista, productor, director de cine y licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto. Aunque vivió en el barrio ‘tomatero’ hasta su primer cuarto de siglo–nació en 1954– enseguida se trasladó al Ensanche. Allí vivió buena parte de su familia, lo que revestía al enclave de cierto aire «sentimental».
Así que en 1981 cogió sus bártulos, cruzó el puente levadizo y los llevó a Mazarredo, tal y como hicieron numerosos jóvenes de la época que decidieron participar en un «fenómeno de recuperación» del centro de las ciudades. «Aprovechamos que las casas eran antiguas y estaban baratas, no así los créditos, y procuramos sacarles el valor. Y luego siempre quise vivir aquí, me parecía la zona más atractiva de Bilbao aun como estaba, donde mejor representaba mi idea de ciudad. Pero me gusta más ahora», confiesa.
Décadas después, «se ha creado una zona nueva». El Ensanche se ha convertido en uno de los barrios «más valorados» –a principios del siglo XX también era una zona «buena»–. Y en un emplazamiento caro, al mismo tiempo, donde «un joven ahora no puede venir a vivir, por los precios inasumibles». Esta afirmación es la que conduce a Ernesto a suponer que su barrio «corre el riesgo de envejecer». El proceso, sin embargo, ha sido «muy gradual y, a pesar de que ha ido cogiendo identidad, no está tan consolidado como en otros lados. Han pasado veinticinco años hasta este cambio que va en consonancia con la propia transformación de la ciudad». El museo Guggenheim y la apertura a la ría, «que culmina con las Torres Isozaki», fueron dos hitos que marcaron la metamorfosis de la zona.
Con todo, Mazarredo «no ha perdido esa esencia de barrio. Otras zonas quizás son más impersonales. Aquí tengo la impresión de que el ambiente es más íntimo». Y equilibrado. Tiene bares, galerías, supermercados... y pequeños negocios «supervivientes de algo que cada vez hay menos». Como Afilados Abando en la calle Lersundi –antes en Cosme Echevarrieta– que lleva alrededor de sesenta años y ahora también cuenta con una prolongación en un polígono de Asua. Las galerías de arte, asimismo, han conquistado el tramo de la calle Juan Ajuriaguerra entre Heros y Alameda de Recalde, no muy lejano del museo de Frank Gehry que ha aumentado la presencia de turistas en el barrio, aunque «está nutrido mayormente por público de los propios vecinos». «La de Mitxel Mejuto es, con la de Windsor, la mejor», asegura.
Los bares también se imponen en Mazarredo. Hubo una época en la que la marcha nocturna mandó en la zona. «En la década de 1980 fue la invasión de los bares de copas y hasta la de 1990 se hizo muy popular, llegando a ser incluso conflictiva. Luego ha decaído», cuenta. Al cineasta lo que le gusta, sin embargo, es visitar el bar Residence porque «hace de todo. Te da de desayunar, un vino, cierra tarde y es de los pioneros en ofrecer música en directo».
En materia de almuerzo tampoco se salva el Mami Lou, un entrañable y singular local en el que «hacen pasteles de verdad». Un saloncito de película en pleno Ensanche. Como lo fue este barrio en manos de Ernesto con ‘Hotel y domicilio’ (1995) o de Enrique Urbizu y ‘Tu novia está loca’ (1988), con las que Mazarredo se convirtió en un auténtico plató.

viernes, 16 de septiembre de 2011

En recuerdo del Profesor Lucas Verdú, D. Pablo

En este post de este blog, que es auxiliar del blog oficial de nuestra Promoción (http://derechodeusto1977.blogspot.com/), recogemos el texto de los tres enlaces que hemos subido al post Misa "in memoriam" por el Profesor Lucas Verdú, recientemente fallecido, para que no se pierdan y estén siempre accesibles para nuestros lectores.


Sin Don Pablo Lucas Verdu”, por JUAN JOSÉ SOLOZÁBAL, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Madrid (El Imparcial, 28 de julio de 2011).
Podría decir que para mí el veraneo en Algorta no comenzaba hasta que, seguramente el día después de mi llegada, veía pasar justo por debajo del mirador desde donde ahora escribo, hacia la Avenida Basagoiti, a don Pablo Lucas Verdú. Iba con sus andares resueltos a darse una vuelta por el pueblo, con algún cometido doméstico, o a comprar el periódico.
Era más infrecuente que lo encontrara por los alrededores, quizás hacia el Molino o paseando por el bello malecón de Neguri, en el camino del faro, que yo suelo frecuentar. Don Pablo, catedrático de Derecho Político en Deusto, era de Salamanca, pero como tantos otros castellanos se encontraba en Euskadi como en casa. Adoptaba de ordinario una visión escasamente dramática de los problemas del País Vasco, por grave que fuera su apariencia, siempre con un punto de esperanza y sentido común, que yo estimaba en grado sumo. Creo que su entendimiento del País Vasco, que aquí se reconocía cumplidamente por el aprecio que se le profesaba, se basaba, tal vez primero, en una actitud de estima por el federalismo como forma política que el acogía como la muestra en lo territorial del liberalismo y el pluralismo.
Además don Pablo sintonizaba especialmente con dos rasgos del ambiente de la sociedad vasca. Me refiero al catolicismo del País que consideraba más auténtico que el del resto de España; y al antifranquismo que significaba a su juicio a amplios sectores de la sociedad vasca, percibible en todas las manifestaciones de su convivencia. Deudores de su magisterio se reconocen un buen número de excelentes cultivadores del derecho público, especialmente constitucionalistas, pertenecientes al claustro de la Universidad del País Vasco. El mismo fomentaría el estudio del pensamiento político vasco y diversas manifestaciones institucionales, forales o estatutarias, de la historia de Euskadi.
Don Pablo Lucas se había formado con Enrique Tierno en Salamanca y siempre hablaría de él con deferencia y respeto, si bien sus intereses intelectuales tenían orientaciones diversas. Don Pablo prefería, frente a Tierno, la teoría constitucional a la social, y el derecho constitucional al pensamiento político propiamente. Conocía especialmente la teoría constitucional alemana de la época de Weimar(Schmitt, Smend, Kelsen) y propagó entre nosotros la obra de algunos comparatistas italianos como Biscaretti y Vergottini. Tal como lo veo hoy si en un tiempo nuestra estima intelectual por Italia fue excesiva, quizás estamos en una situación en que con poca finezza llevamos a cabo la confusión de sistema político y nivel académico, lo que resulta gratuito.
Lucas Verdú, sin duda, puso a nuestra disposición una estimable información de lo que se estaba llevando a cabo en nuestra disciplina y en otras vecinas, integrantes quizás más de una Ciencia del Gobierno que propiamente Derecho constitucional. Pero realizó dos importantes contribuciones. Me refiero en primer lugar a un estudio sobresaliente sobre el Estado de Derecho, que publicó en los últimos tiempos del franquismo en las monografías de la Universidad de Bolonia. Por lo que hace a nuestro derecho constitucional, aparte de una influyente monografía sobre la Ley para la Reforma Política, resultan esenciales, de un lado, su insistencia, recalcada en diversas contribuciones, sobre la historicidad de la constitución y, de otro lado, su idea de la fórmula constitucional, versión original del concepto de régimen, como construcción a partir de los valores y la disposición institucional de un determinado sistema político, establecida en la Norma fundamental.
Pablo Lucas fue un ejemplo no demasiado frecuente en los tiempos del franquismo de católico liberal. Su voz y su actitud de demócrata se hicieron patentes en condiciones no fáciles con valentía y vigor. No abundaban entonces. Muchos con agradecimiento tomamos nota de ello.
Le echaré de menos, en las mañanas del verano, en el cruce con la avenida de Basagoiti, desde el mirador aquí en Algorta, a la hora del paseo que él apreciaba tanto...

El profesor D. Pablo Lucas Verdú: un maestro” por Por María del Coro Cillán García de Iturrospe, Profesora Titular Numeraria de Derecho Constitucional y Magistrada (El Derecho, 2 de agosto de 2011).
Una muerte más o menos esperada de un gran ser querido para todo el ámbito universitario del Derecho Constitucional español, siempre es muy dolorosa. Ha fallecido como consecuencia de un absurdo accidente de tráfico el Catedrático de Derecho Político y Constitucional, Don Pablo Lucas Verdú, una gran persona, un gran catedrático Universitario, un gran maestro en su disciplina tanto de muchos politólogos y constitucionalistas españoles y europeos.
Un gran luchador por la instauración de la democracia y además un demócrata convencido, generoso con todos sus alumnos. magnífico esposo y buenísimo padre de familia, muy amigo de sus amigos, con una educación exquisita en todas las ocasiones, manifestando un gran sentido del humor, castellano de nacimiento, profesor en la Universidad de Deusto, conocedor del pueblo vasco, de sus conflictos y de sus vicisitudes en los años en que impartió la docencia desde 1964 a1978; madrileño de adopción, donde impartió Derecho Político y Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, Académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, a la que acudía todos los martes del curso. Sus cenizas yacen en la ciudad donde nació su excelente y magnifica mujer, Carmen Murillo de la Cueva y Lerdo de Tejada, en Mérida, capital de la actual Extremadura y también de la Lusitania romana.
Don Pablo, como me gustaba llamarle, desde que lo conocí en su Seminario repleto de libros en la Universidad de Deusto, cuando había cumplido 18 años, nació en Salamanca el 20 de mayo de 1923 en el seno de una familia dedicada a la enseñanza; su padre fue Director General de Enseñanza Primaria en la II República Española. Estudió con gran brillantez la Licenciatura en Derecho, obteniendo el Premio Extraordinario de Carrera. En la Universidad Central de Madrid, cursó el Doctorado, leyendo su Tesis Doctoral en 1948, logrando también el Premio Extraordinario de Doctorado, dirigida por Don Nicolás Pérez Serrano.
Obtuvo en 1949 una plaza de Profesor Adjunto de Derecho Político en la Universidad salmantina. Se trasladó con una beca al Real Colegio de los Españoles de San Clemente de Bolonia, defendiendo su segunda tesis doctoral con el Profesor Battaglia, concediéndole el Premio "Luigi Rava". considerada como la mejor Tesis Doctoral de Derecho Público aquel Curso.
Cuando regresa a Salamanca impartió la docencia en la Cátedra de Derecho Político al lado de su gran amigo el Profesor Don Enrique Tierno Galván, con un elenco de catedráticos como Díez Picazo, Ramírez de Arellano, Elías de Tejeda, siendo alumnos, don Raúl Morodo y Don Pedro de Vega entre otros.
Posteriormente concursó en 1958, obteniendo la Cátedra de Derecho Político de Santiago de Compostela, donde conoció a Karl Schmitt, por ser suegro de Don Alfonso Otero, Catedrático de Historia del Derecho, aunque muy encantado en Santiago, que siempre lo recordaba con muchísimo cariño y afecto, aceptó hacerse cargo de la Cátedra de Derecho Político de la Universidad de Deusto en Bilbao, durante 13 años, en donde fue muy considerado por todos los alumnos, impartiendo clases, dando consejos y encauzando los conflictos que en ella se originaron en aquellos momentos políticos.
En Bilbao publicó los tres tomos del Curso de Derecho Político. Su vinculación y cariño al Pais Vasco han quedado demostrados en sus publicaciones, en materias jurídicas y no jurídicas, escribiendo artículos de opinión en el periódico El Correo Español-El Pueblo Vasco, otorgándole posteriormente el Premio de Periodismo, además siempre figuraba como Presidente del Tribunal de Licenciatura de la Facultad de Derecho, y, aunque fuera de Vizcaya, siempre mantuvo su casa de Algorta, y allí pasaba sus estancias veraniegas, se le dedicó un número monográfico en 2003 en la Revista de Estudios de Deusto y sus amigos, don Adrián Celaya, don Juan Churruca y José Guerra San Martin, q.e.p.d le organizaron un sentido homenaje por medio de la Asociación de Antiguos Alumnos de Deusto. El Profesor Lucas Verdú era muy querido en la Universidad de Deusto, en Bilbao, en Vizcaya y en el Pais Vasco.
Durante el año 1977 se trasladó a la Universidad de Valladolid y en 1978 ocupa la Cátedra de Derecho Político de la Universidad Complutense de Madrid hasta su jubilación en 1978, si bien siguió siendo Catedrático Emérito. Don Pablo se dedicaba intensamente a dirigir Tesis Doctorales, a formar parte de Tribunales de Tesis, a formar parte de Comisiones para ser profesores y catedráticos de la asignatura de Derecho Constitucional, en la que con él, actuando como Secretario en 1986, obtuve yo plaza de Profesor Titular de Derecho Constitucional de Cáceres de la Universidad de Extremadura.
Aparte de su extensísima labor docente en España, desempeño al que hay que añadir que fue Director de Departamento de Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid; Vicerrector de Ordenación Académica de la misma Universidad, Vicerrector de la Universidad Menéndez Pelayo. Académico de Ciencias Morales y Políticas, Doctor Honoris Causa de numerosas Universidades portuguesas e hispanoamericanas (Benito Juárez de Oaxaca –México-, "Nacional" de San Miguel de Tucumán, Argentina; "Lusiada" de Lisboa, Ponitificia Universidad Católica de Lima, Perú; "César Vallejo" de Trujillo, Perú; y Profesor del Instituto de Derechos Humanos de la facultad de Derecho de Cáceres, Universidad de Extremadura, desde 1984 a 1994, esta ciudad y su facultad le encantaban a Pablo, así como la Tuna de Derecho le había a rondar al Parador de Turismo, y de allí siempre le encantaba ir a Mérida con su adorada Carmen a dar una conferencia a la U.N.E.D. y visitar la Asamblea de Extremadura, cuyo Presidente don Antonio Vázquez había sido alumno en Salamanca. y donde reposan actualmente sus cenizas.
En la doctrina constitucional española, su producción es extensísima y absolutamente esencial para España, Europa, América del Norte y del Sur, que desarrolla desde sus comienzos. Su labor de publicación de libros, artículos de revistas es ingente en materia de Ciencia Política, de Teoría del Estado, de Sociología Política y del Derecho Constitucional sobre el Estado del Derecho, Derechos Humanos, Teoría de la Constitución, Historia el Constitucionalismo europeo ,americano y español y del Derecho comparado. Derecho electoral y Derecho europeo. Se consideran sus libros más importantes Los Principios de Ciencia Política, El Manual de Derecho Político, El Curso de Derecho Político, La Octava Ley Fundamental, El Sentimiento Constitucional, La Lucha contra el Positivismo Jurídico, La Constitución Abierta y sus Enemigos, Teoría General de las Relaciones Constitucionales, Teoría de la Constitución como Ciencia Cultural y es de destacar el estudio sobre los valores superiores del ordenamiento constitucional español y su último libro publicado Materiales para un Museo de Antigüedades y Curiosidades Constitucionales. En sus últimos momentos estaba escribiendo sobre El Espíritu de las Leyes de Montesquieu.
Gran conocedor del Derecho Politico y Constitucional comparado, traductor del libro del Derecho Constitucional de Vergottini, amigo de Duverger, Prelot y Hauriou, de Lavroff, Seurin, de todos los italianos, concretamente Biscaretti di Ruffia, tradujo el Derecho Constitucional de los portugueses Jorge Miranda y Joseph Joaquin Gomes. Gran conocedor de los alemanes Schmitt, Kelsen, Smend y de todos los constitucionalistas alemanes de su época.
Amigo de todos los politólogos y constitucionalistas españolas cuya enumeración sería muy exhaustiva, dada su buena relación con casi todos.
Creó su propia Escuela, tanto en Salamanca, como en Santiago, como en Deusto y en Madrid; todos estamos muy agradecidos a don Pablo Lucas Verdú, todos lo recordaremos, su esposa Carmen, sus hijos Pablo, Enrique, Conchita, MariCarmen, Fernando y Patricia, sus compañeros, catedráticos, su escuela de profesores universitarios, sus discípulos, como la gran persona, como el gran maestro, como el gran académico, como el gran demócrata, como el gran generoso en todos los aspectos de la vida, desde Mérida, la Emérita Augusta seguirá impartiendo sus enseñanzas.

En recuerdo de don Pablo Lucas Verdú”, Raúl Canosa Usera (Diario La Ley, Nº 7677, 20 Jul. 2011).
Profundamente conmovido por la muerte de mi maestro, Don Pablo Lucas Verdú, comparto este dolor con tantos otros, discípulos directos suyos y con quienes sin serlo disfrutaron de su magisterio y bonhomía. Muchas veces he repetido que mi gran suerte en la vida universitaria fue que Don Pablo aceptara dirigirme la tesis doctoral, a instancias del gran romanista y paisano suyo, Don Juan Iglesias, fortuna cifrada no sólo en el gran conocimiento científico que acumulaba y en la generosidad con que lo brindaba, sino, en especial, porque desde entonces he contemplado la Universidad con la mirada que él me enseñó: una institución, con todo, llena de grandeza. En efecto, Don Pablo encarnaba lo mejor de la Universidad: el maestro que orienta, apoya, conversa con sus alumnos y los hace no sólo más sabios sino más libres, mejores personas. Hoy más que nunca deseo expresar el orgullo de contarme entre sus discípulos y compartir con los demás una escuela que no fue tanto de método sino de actitud ante la vida, de libertad para buscar desde esas profundas raíces que él nos mostró, el aire de nuestras inquietudes.
El profesor Lucas Verdú accedió pronto a la cátedra de Derecho Político en años difíciles cuando un constitucionalista había de coexistir con un régimen político sin Constitución. Pero el maestro cultivó siempre desde sus convicciones democráticas los grandes asuntos del Derecho Constitucional que conocía perfectamente y que expuso antes que nadie en España. Cultivador al fin del enciclopédico Derecho Político de entonces, se aproximó también a la Ciencia Política y al análisis del pensamiento político. Nadie como él ha manejado las fuentes y alcanzado su grado de erudición, para crear una obra científica puesta al servicio de los derechos humanos y de los ideales democráticos, porque en Don Pablo la postura ética y la científica se completaban a la perfección. Su paso por las universidades de Salamanca, Santiago de Compostela, Deusto, Valladolid y, al fin, en la Complutense le permitieron sembrar una semilla que también germinó en Iberoamérica, donde fue reconocido con varios doctorados honoris causa.
Con pocas excepciones sucede que los mejores son a la vez los más sencillos, las personas más amables. Así era Don Pablo, a quien acompañaba además un sempiterno y finísimo sentido del humor. Demostrando estas cualidades, en la última lección que pronunció con motivo de su jubilación en el abarrotado Salón de Grados de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, tras citar a Unamuno: «el nombre es el hombre», casi candorosamente nos pidió que entre otros muy conocidos por su saber y hacer, le hiciéramos «un sitio pequeñito y algunos acaso recuerden con afecto mi nombre» porque ello sería «la máxima satisfacción de mi vida académica».
Y como recordar significa etimológicamente pasar por el corazón lo que una vez estuvo en él, a Don Pablo lo recordaremos siempre y le guardaremos un sitio muy grande, con el afecto que con tanta generosidad nos prodigó durante su vida.

viernes, 23 de abril de 2010

La nueva Alhóndiga de Bilbao, aun en obras, pero ya se puede visitar ...

... cosa que han hecho, y allí se encontraron casualmente, nuestros compañeros Juan Carlos Jáuregui y Fernando Sánchez. El comentario "ad hoc" lo tenéis en la página principal del blog de nuestra Promoción.
La foto es de la portada de El Correo del 20 de abril de 2010, y corresponde al atrio del centro, aun en obras, precisamente el lugar en el que se encontraron, junto a la columna china (en el centro de la imagen).

domingo, 4 de enero de 2009

"Colegio Mayor y Universidad: valores y competencias", por Luis I. Gordillo Pérez (*)

En los primeros meses del curso universitario tiene lugar una de las más arraigadas tradiciones en los Colegios Mayores universitarios, la llamada ceremonia de imposición de “becas”. La “beca colegial” consiste en la concesión de la dignidad de colegial mayor, el reconocimiento de que está seriamente implicado en la tarea colegial y ha demostrado su identificación con los fines que el Colegio Mayor persigue. El nuevo colegial mayor esta obligado a dar testimonio en su vida colegial, universitaria, profesional y personal de las virtudes y cualidades que el Colegio trata de fomentar en los jóvenes universitarios. Este título, con los derechos y obligaciones que lleva aparejados, lo acreditará en lo sucesivo como miembro de pleno derecho del Colegio Mayor. Es pues, una distinción que exige un alto grado de compromiso y responsabilidad. Por eso, la “beca colegial” tiene un profundo significado.

La “beca” tiene su génesis en los antecedentes históricos de los Colegios Mayores, los Colegios Reales o Imperiales, en los que ésta diferenciaba a los internos de los “manteístas”. El manteo, del francés manteau, era una capa larga con cuello que llevaban los eclesiásticos sobre la sotana y que también usaban los estudiantes que no habían sido admitidos como colegiales, quienes sí tenían su propia vestimenta (la beca). Los manteístas eran estudiantes que no vivían en el colegio real pero sí seguían allí sus estudios o estaban adscritos a él, siendo esta adscripción obligatoria para cursas estudios universitarios. Los que habían sido colegiales mayores en los colegios reales, aquellos que poseían la beca colegial, acaparaban los altos cargos de la administración regia y del ejército. Las crónicas de la época (siglos XVI a XVIII) relatan los enfrentamientos que hubo entre manteístas y colegiales. Éstos, hijos de nobles, hidalgos y terratenientes por lo general, despreciaban a los primeros, a los que consideraban arribistas. Y los manteístas, por su parte, acusaban a los colegiales de corporativismo desmedido y reclamaban que se (re)instaurasen los concursos de méritos para acceder a la beca colegial.
Este breve exordio hace referencia a la llamada época de esplendor de los Colegio Mayores, pero, ¿qué es en el siglo XXI un Colegio Mayor?.

Los Colegios Mayores no son, ciertamente, como los Colleges británicos, lugares donde conviven estudiantes y profesores y que, en algunos casos, llegan a impartir sus propios grados o títulos académicos. En España es en la Universidad donde exclusivamente se imparten las titulaciones y grados de educación superior.

Por otra parte, un Colegio Mayor no es, o no debería ser, una Residencia Universitaria. Al menos si tomamos el sentido histórico de los primeros. Bien es cierto que, actualmente, hay residencias que asemejan sus funciones a las de los Colegio Mayores, pero las residencias universitarias, al margen de alguna excepción histórica, se instauraron en España con la sola finalidad de proporcionar un alojamiento digno a los estudiantes universitarios. Los Colegios Mayores, en cambio, eran lugares donde se vivía, se convivía, se enseñaba, se reflexionaba e, incluso, se conferían grados académicos. Los Colegios actuales no gozan ya de esa privilegiada situación pero sí que se diferencian de las residencias en que son y tienen que ser mucho más que un alojamiento.

Según la legislación vigente, los Colegios Mayores son centros de las Universidades a las que están adscritos y tienen la difícil pero esencial tarea de complementar la labor docente de la Universidad. Es decir, tienen la función de convertir la educación en formación. Los Colegios Mayores no tienen la misión de alojar estudiantes, sino que esto constituye tan solo uno de los medios -bien que el fundamental- de realizar su cometido. Sin embargo, la formación humana en los órdenes ético, político, social, cultural e intelectual, y la preparación para la vida en sociedad, a cuyo perfeccionamiento contribuirán decisivamente los colegiales egresados, sería tarea, dentro de la Universidad, de los Colegios Mayores. La función de los Colegios Mayores es conseguir que los estudiantes, cuando se hayan graduado, sean ciudadanos, que contribuyan al perfeccionamiento de la sociedad en la que viven.

Recientemente, en un trabajo de 2003, Isaías Díez del Río sostiene que los objetivos formativos que todo Colegio Mayor debe perseguir han de orientarse a la formación de hombres libres y responsables (críticos y comprometidos), sobresalientes en humanización y ciudadanía (libertad, igualdad, solidaridad, respeto, tolerancia …) y, en definitiva, hombres poseedores de los valores del Decreto de 1973, una vez hayan sido éstos convenientemente actualizados. Por su parte, la última reforma de la Ley de Universidades, de mayo de 2007, y el Real Decreto 1393/2007, de 29 de octubre, por el que se establece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales, según manifiestas en sus textos, pretenden aportar una manera diferente de entender la Universidad y sus relaciones con la sociedad. El nuevo método de enseñanza, según la exposición de motivos de la reforma, persigue “ofrecer una educación de calidad que atienda a los retos y desafíos del conocimiento y dé respuesta a las necesidades de la sociedad”. No parece concretar mucho cuáles son esas necesidades, aunque sí reconoce que la Universidad no debe limitarse a la transmisión del saber, sino que “debe generar opinión, demostrar su compromiso con el progreso social y ser un ejemplo para su entorno”. Lo que sí concreta es el papel de la Universidad como “transmisor esencial de valores”. A este respecto, la ley habla de alcanzar una sociedad tolerante e igualitaria, en la que se respeten los derechos y libertades fundamentales, la igualdad entre hombre y mujeres, los valores superiores de nuestra convivencia, el apoyo a las personas con necesidades especiales, el fomento del valor del diálogo, de la paz y de la cooperación entre los pueblos, y, en definitiva, recontribuir a la consecución de un mayor grado de bienestar social de los españoles.

Ardua tarea, pues, la de la Universidad del siglo XXI. ¿Cómo transmitir de forma eficaz unos valores como la igualdad, libertad, tolerancia, fraternidad o respeto?, ¿cómo hacer que esos valores pasen osean asumidos por la sociedad? Sin duda, ya hay universidades y facultades que propugnan esos valores, y otros más, incluyéndolos de forma transversal en sus programas y metodologías docentes. Pero, sin duda, la mejor manera de hacerlos reales y efectivos, de lograr que los estudiantes se empapen de ellos, aprehendan esos valores, es haciendo que los vivan, “obligándolos a ser libres”, es decir, a través de la convivencia.

En sus Discursos sobre el fin y la naturaleza de la educación universitaria, el cardenal Newman defendía con buenos argumentos la necesidad de ampliar las materias impartidas por los Colleges de la época para que los estudiantes se beneficiaran de la pluralidad existente en las aulas. Así, aunque los colegiales no pudieran seguir todas las materias que se impartían, se enriquecerían “al vivir entre aquéllos y bajo aquéllos que representan el entero círculo de los saberes”.

El converso estimaba que era necesario obligar a los docentes a convivir, ya que, los hombres sabios, en definitiva, aunque celosos de sus respectivas ciencias, y mutuamente rivales, se verían no obstante obligados a armonizar las pretensiones y relaciones de sus disciplinas. Aprenderían, así, a respetarse, a tenerse en cuenta, y a ayudarse unos a otros.

El roce diario es lo que ayuda a moderar las costumbres propias, a ser cuidadosos y respetuosos con los demás. A pesar de que hoy día los docentes, por lo general, ya no viven en los Colegios Mayores, compartir ese periodo tan decisivo y especial como es el universitario con personas que estudian otras ramas del saber contribuye a la formación pluridisciplinar o integral, a ser críticos con uno mismo, a comprender los puntos de vista de otras personas. En esto consiste la verdadera formación universitaria, la Universidad ideal, la que no sólo transmite conocimiento, sino que imprime el sentido de la responsabilidad a quienes poseen un saber técnico y les inculca cómo gestionarlo y con qué finalidad.

Es por ello que resulta difícil entender la preterición de los Colegios Mayores en la legislación universitaria española. La Ley Orgánica de Universidades reconoce, de forma escueta y lacónica, que “los Colegios Mayores son Centros Universitarios que, integrados en la Universidad, proporcionan residencia a los estudiantes y promueven la formación cultural y científica de los residentes, proyectando su actividad al servicio de la comunidad universitaria”. La reforma de 2007 sólo ha modificado una cuestión técnica en este apartado de la ley (para permitir que las Residencias Universitarias se beneficien de las exenciones de los Colegios) y, desde 1973, el Legislador no ha vuelto a tomar en serio a los Colegios Mayores. Pero resulta aún más difícil encajar este olvido, dado el momento actual en el que se halla la Universidad española. En el proceso actual de convergencia europea, cuando más allá de la mera adquisición cuantitativa de conocimientos, se pone énfasis en el desarrollo de competencias, habilidades y destrezas, se margina, sin embargo, a la institución que constituye uno de los entornos más cualificados para su adquisición. Desde la Declaración de Bolonia, las iniciativas de armonización de los estudios y los nuevos programas de los títulos hacen continuas referencias a la necesidad de los egresados estén preparados para trabajar en un entorno internacional o en el seno de grupos constituidos por expertos en diferentes materias y a que sean capaces de encontrar soluciones integradas para problemas complejos o pluridisciplinares. Es más, en el marco del proyecto Tuning (creado y dirigido por los profesores Julia González y Robert Wagenaar ) en las encuestas realizadas entre académicos, empleadores, estudiantes y graduados, todos ellos situaron entre las más importantes competencias que habían de reunir los egresados universitarios: actuar de manera leal, diligente y transparente, ser consciente de la dimensión ética de las profesiones y de su responsabilidad social, buscar la justicia y la equidad, la capacidad de diálogo o demostrar conciencia crítica.

¿Qué mejor centro de formación que el Colegio Mayor para contribuir al desarrollo efectivo de estas competencias inspiradas en los valores de la Universidad del siglo XXI?

Luis I. Gordillo Pérez
Profesor de Derecho Constitucional (Universidad de Deusto)
Colegial Mayor del Colegio Mayor Deusto
(*) Nota: Tomado de la Revista Deusto nº 99 (verano de 2008), pags. 32 y 33

martes, 17 de junio de 2008

Fotos de la Comida Anual del 2007 del I. Colegio de Abogados de Vizcaya

Las siguientes cuatro fotos también proceden de la página web del I. Colegio de Abogados de Vizcaya; las tomamos prestadas para recoger la presencia de miembros de la "Promoción Derecho-Deusto-1977" en el ágape colegial del 15 de junio de 2007.Nuestra compañera Izaskun Elortegui (¡insistimos!, ¡qué guapísima está, los años no pasan para ella!), primera de la izquierda, con un grupo de abogadas y un solitario (pero afortunado) abogado.

Ana Urquijo, la primera de la izquierda.

Eduardo Escribano, de perfil (2º por la izquierda, en primer plano).

Nuestro compañero German Barbier, discreto como siempre, es el tercero por la izquierda.

jueves, 12 de junio de 2008

Carta oficial de suspensión del “I Encuentro de Antiguos Alumnos de Derecho”

Desde la Asociación de Antiguos Alumnos de la Facultad de Derecho (Universidad de Deusto), nos han remitido a todos los ex-alumnos, a nuestros domicilios, la siguiente carta, sin fecha y sin firma, que la mayoría hemos recibido hoy mismo.
Sin embargo, aquí tuvimos anticipadamente noticia de la suspensión del “I Encuentro” merced a la buena relación que desde el blog mantenemos con la Asociación (ver nuestro post de 29 de mayo).
La carta dice así:
“"Querido amigo:
Dificultades técnicas de última hora nos hace imposible que mantengamos la convocatoria del próximo 14 de junio para celebrar nuestro I Encuentro de Antiguos Alumnos de la Facultad de Derecho, y por lo tanto queda suspendido.
Como habréis visto en el Programa estaba prevista la visita a la nueva biblioteca que la Universidad va a inaugurar el próximo septiembre, edificio emblemático. Se nos ha aconsejado que pospongamos los actos hasta la inauguración, ya que ahora su visita plantea serios problemas técnicos de seguridad. En su momento creíamos que en estas fechas estarían más adelantados los trabajos.
La Junta Directiva de la Asociación considera que este edifico emblemático tiene que ser presentado a sus Antiguos Alumnos de forma especial, y para no realizar dos convocatorias seguidas es razonable realizar el evento más adelante.
Lamentamos este contratiempo y pedimos disculpas por los inconvenientes que hayamos podido causaros. Agradecemos el amplio apoyo que habéis demostrado a nuestra convocatoria. Si tuvieras interés en recibir información de éste y otros eventos y actividades de interés de la Asociación por correo electrónico, te rogaríamos nos facilitaras tu dirección en el siguiente mail:
Recibe un cordial saludo,""

jueves, 15 de mayo de 2008

Más fotos sobre la "INVESTIGACIÓN EN MARCHA" ...

Estas tres fotos, junto con la que figura en el post inicial, tienen más de tres décadas y se hicieron con ocasión, al parecer, de una excursión de, al menos, díez condiscípulos a no se sabe dónde, ni cuando, ni por qué ... se trata ahora de reconstruir el momento.